domingo, 3 de febrero de 2013

Sigo negandome a mi misma

 
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En este torpe andar a tientas
Pensándome en este ahora,
como si estuviese muerta …
entre el azul y el purpura,
Pero no al estilo medroso de la poeta Plath,
Ni a la manera de Storni,
 Ni como otras tantas  poetas,
 Desaparecidas…
 que han dejado sus huellas de dolor
 en el tiempo,
 perdidas en su desdichado mundo existencial.

 Me niego a introducirme en cualquier río
con los bolsillos cargados de piedras.
O morir congelada como Julia,
la que anunció su muerte,
tantas veces .

 Trato de pensar,
pero no me contemplo, me miro ahí…
 en ese segmento de mi vida
 cuando ya no esté más en este cuerpo,
 Mientras en el entretanto
 sigo negándome a mi misma

Donde te espero escampada en este inmediatez

Sucede entonces,
esa sensación de intensa calma cuando las sonámbulas mariposas tiñen mis otoños...
 Llueve entonces en todas las grutas tu silencio autista...
Oteando el paisaje brumoso
y todos sus ecos...

 Atrapada en este espacio,
de donde asciendo a lo innombrable desde mi ventana rota
donde te espero escampada ahogando la mirada
en una inmensa nada.

 En ese anden de tantas ausencias, donde los espacios se pudren
 como el humus,
 perdiéndose en la soberanía de los ensueños.

 Tengo una pena muy honda
 que me nace entre los huesos
y una soledad que calla demasiado...
en el recuerdo que me habita,
que se pierde, en el limite de un sueño irrepetible,
 en la indetenible rueda de otro tiempo gris
 cuando los grillos tocan su quebradiza melodía.
 Doris Melo Mendoza... 2013

Donde se aspira tu huella inextinguible.

Desde el quejido hiriente
 de la noche,
atrapada en esta insoportable levedad
 cuando se adormece la esperanza y  angustiada queda en las red
de una tediosa espera.
 En tanto el viento silva…
 en esas horas sin tregua arrebatándote del olvido,
 para configurar nuestra existencia.

 Untándome de paso,
con palabras empolvadas
de un azul índigo...
 recuerdos que se muerden como enredadera,
 entre las  aspas y remolinos,
 y así poder desde este ensueño
 aspirar tu huella en lo inextinguible.

 Desnuda, indomable, sin collares ni perlas…
 ungida  en  ese olor tan tuyo
 donde me pierdo sin excusas
 como hiedra adherida a tu espalda de varón.

 En una noche de ámbar y zafiros,
cuando resplandecen las quimeras
 y ese color amarillo quemado,
 sigue cayendo sobre el ocaso…
 con trazos de pura inocencia,
 en el límite de lo perfecto.

 Doris Melo Mendoza. 2012